Aquí
entre nos, quiero compartirte una de las reflexiones más hermosas que he tenido
en épocas recientes de mi vida.
Antes, hace bastantes años, tenía mucho
temor de aquello que denominamos "la muerte". Sabía, como lo sabes
tú, que lo único definitivo y seguro en nuestra existencia es este suceso, y
que así lo es para todos los seres humanos. Un tiempo después, me encontré con
una meditación respecto a “ella”. Fue tan bonito el resultado obtenido que a
partir de entonces la acepté y la nombré de una manera diferente: Pasar a la
otra orilla.
Ahora que la veo como un viaje que nos
lleva de un estado del alma a otro, vienen a mí muchos pensamientos. Uno de ellos tiene
que ver con el sentido de la existencia. ¿Para qué vinimos aquí?
Definitivamente, mis conclusiones existenciales me llevan a comprender que, en
mi proceso de transformación, vine para aprender, para crecer y conseguir dar
un paso más hacia la trascendencia. Así que todo lo que me sucede tiene ese
sentido.
Otra es la certeza interior de que
llegamos para descubrir ese designio divino que está previsto para cada uno de
nosotros, y que hará posible que siempre encontremos los medios para
realizarnos y avanzar hacia un objetivo superior ya trazado.
Una más, es que venimos a esta
existencia con un gran sueño escrito en el libro de nuestra vida. Así
que una de nuestras tareas más importantes es descubrir cuál es ese gran sueño,
ese propósito o misión de vida.
Estamos
provistos de talentos y fortalezas para realizarlo. Lo vamos
reconociendo poco a poco en nuestro andar. Lo identificamos en aquello que nos
apasiona hacer, y hacemos sin importar si obtenemos retribución económica o no.
También quienes nos rodean nos van dando testimonio de ello a través de sus
reconocimientos y observaciones positivas con las que nos proporcionan pistas y
señales.
Es cierto que a veces nos perdemos,
elegimos rumbos que nos alejan de la ruta. Sin embargo, la vida nos vuelve a
poner en el camino, haciéndonos tomar conciencia y comprensión de nuestro
propósito de vida, para continuar avanzando con sentido de realización,
satisfacciones y recompensas.
Todo se vuelve herramienta, escalera
o instrumento para alcanzar una mayor evolución. Todo, absolutamente todo,
tiene ahora sentido. La contemplación de las bendiciones y señales que
recibimos se convierten en estímulos para continuar vigorosamente, sin
rendirnos. Las lecciones son elementos para avanzar sin prisa, pero sin pausa.
Las personas que nos acompañan, cercanas o lejanas, continúan ahí, como lo
decíamos en una reciente reflexión, como hermosas maestras, dándonos la mano,
su abrazo y su sonrisa, llenándonos de más de esos aprendizajes que requerimos
para continuar nuestro desarrollo.
Pasar entonces a la otra orilla, desde
esta mirada tan personal que te comparto, es una gran aventura que todos vamos
a vivir. Entonces, la propuesta que me hago a mí misma, y te hago a ti, es que vivamos
a plenitud cada etapa de este prodigioso camino de la vida, con la
seguridad de que lo que vendrá siempre será mejor en la medida en que así lo
creamos.
Ponte en modo permanente de aprendizaje
y de gratitud. Estas dos formas de vida te llevarán a la otra
orilla pleno de satisfacción y dicha, declarando, como lo dijo Pablo
Neruda: “Confieso que he vivido”.
Con Amor
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