Mientras íbamos hacia el aeropuerto a llevar a mi
hijo, el más viajero de los viajeros, y lo digo así porque entre pocos se
atrevió un día a abandonar su trabajo como gerente de marca e irse a dar la
vuelta al mundo, insatisfecho por los resultados que estaba obteniendo a nivel
económico y a nivel personal, te cuento aquí entre nos, cómo se conmovió mi corazón al pasar debajo de un puente.
Debajo de un puente siempre hay frío y
soledad, se ve discurrir la velocidad entre moles de cemento y muchas
luminarias, haciendo casi imperceptibles a algunos seres humanos que obligados
por la vida buscan estos espacios como albergue, en algunos casos ocasional y
en otros permanente.
Pasábamos bajo ese puente alegres y agradecidos
por el nuevo viaje de mi muchacho, cuando irrumpió a un costado de mi vista un
cuadro triste y conmovedor. Una familia que parecía a esa hora, como las 10 de
la mañana, estar despertando después de una noche que ni siquiera puedo
imaginar. Eran un papá, una mamá y su hijo de unos 12 años, los tres estaban
muy juntos. No alcancé a mirar su vestuario, pero seguramente era diferente a
lo que yo llevaría para hacerle frente a una noche como la anterior. Lo que sí se
sembró en mi corazón fue la imagen de ese papá con su hijito sobre sus piernas,
acunándolo como si fuera un bebé, en un acto de amor grandioso como el que más.
Reflexioné con mi esposo querido sobre esta imagen.
Él con su luz encontró la palabra correcta para describir ese instante, “CONMOVEDOR”,
una escena que no pudo percibir, porque estaba conduciendo, pero que sí
recreó a través de la imagen que logré dibujar para él y que hoy comparto
contigo.
El AMOR triunfó sobre la dificultad y necesidad, sobre
toda angustia y frustración, el amor se sobrepuso al momento y sólo se expresó.
Muy seguramente ese ACTO DE AMOR, el chico del relato siempre lo llevará tatuado en
su corazón. Siempre le permitirá reconciliarse con la vida y continuar su
camino con ilusión y esperanza en que todo irá mejor.
Ahora que lo revivo al contártelo, pienso y siento
que es momento de permitirnos más que nunca vivir y expresar EL AMOR sin
límite, con la certeza que éste SIEMPRE TRIUNFA sobre cualquier
situación, y llena de las mejores energías a quién lo expresa y a quien es
depositario de este maravilloso regalo. Creo desde mi alma que es muy fácil ir
por la vida entregando y recibiendo ACTOS DE AMOR por todo y por todos.
Cada ser, en medio de sus situaciones, siempre tendrá algo maravilloso para
compartir. Sólo necesita encontrar en quién depositarlo y saberse bien
recibido.
El RETO que te propongo para estos próximos días es:
Primero hacer consciencia que debes comenzar tú y que, muy seguramente
haciéndolo, otros, ante todo los cercanos, se animarán por su cuenta también a
hacerlo. Lo segundo es que te dispongas a dejar mejor de lo que la encontraste,
a esa persona con la que te cruces o te relaciones, entregándole lo mejor de ti
con una sonrisa, una mirada dulce, una palabra de aliento, una mano amiga. Y
tercero que sientas la alegría en tu corazón al dar de manera incondicional, disponiéndote
también a recibir sin medida y con gratitud lo que el otro tenga para
entregarte, una bendición o una lección.
Vivamos a plenitud el ciclo de la abundancia, del
dar y el recibir de manera incondicional, y sigamos permitiendo que EL AMOR
SIEMPRE TRIUNFE.
Con Amor,
YOLANDA FRANCO
Entrenadora de Vida
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