En
la medida en que íbamos avanzando en nuestro viaje del este al norte de
Islandia, ¡uichhhhhh qué frío! Estábamos a 2 grados centígrados con una
sensación térmica de menos 1 grado. En medio de este gélido ambiente observaba
el paisaje a través de la ventanilla panorámica del bus.
Me
di cuenta de cómo cambia el tiempo. Pasamos de un hermoso otoño al oscuro
invierno. Todo el cielo se tornó gris, había mucha niebla, y los colores tibios
desaparecieron súbitamente. Sin embargo, de pronto, como si Dios hubiera
chasqueado los dedos, el cielo azul comenzó a aparecer de nuevo.
Ahora
tengo la certeza de que ese firmamento inmaculado siempre ha estado arriba.
Solo unas nubes grises han venido a interponerse delante de él, exhibiendo ante
mis ojos la belleza y los contrastes del cambio.
Esta
diferencia de paisaje y de tiempo, me lleva a pensar en la vida misma. Confío
plenamente que vivimos un magnífico cielo azul repleto de belleza, de bondad y
de verdad. Todo lo bello hace parte de nuestra vida, de la naturaleza
exuberante y diversa que nos rodea, de nuestro hogar adornado con las mejores
galas, de los seres que amamos y aquellos que van llegando a nuestra vida
repletos de virtudes, dones y potencialidades. Todo está lleno de significado y
de la gracia divina. Pareciera que fue creado especialmente para que pudiéramos
recrearnos usando a plenitud nuestros sentidos.
También
me doy cuenta de que a veces sobrevienen momentos en los que, de la nada,
llegan situaciones difíciles, emociones aflictivas del presente, del pasado, y
ansiedades por el futuro, que aparecen como nubes grises o negras. Estoy segura
de que a ti te ocurre a menudo, tal como me sucede a mí también.
Tú
gran tarea, entonces, consiste en descorrer aquello que te aqueja, para permitir
que se despliegue el cielo azul que en esas ocasiones se te oculta.
La
manera de hacerlo conlleva dos estados de consciencia. El primero, consiste en
aceptar lo que está sucediendo. Comprender que si ocurre es porque lo necesitas,
y que debes disponerte a descubrir las lecciones que la vida te regala como medio
para continuar evolucionando.
El
segundo se basa en revisar los dones y las bendiciones que te son obsequiadas
día a día, y llenarte de gratitud infinita, como ya te lo he compartido en
anteriores reflexiones. Estas pautas, puedo asegurarte, son completamente
efectivas para abrir un cielo radiante cada día. Solo se trata de que confíes y
las apliques. El riesgo es mínimo. Es seguro que también funcionarán para ti.
Con amor,
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