Cuando hemos sembrado lo mejor de lo mejor en ti y en mi, en nuestros pensamientos, en nuestro corazón, vamos a generar, con certeza, una cosecha abundante con frutos dulces y jugosos que tienen en su interior también semillas de grandeza, al ofrecerlas a todos nuestros próximos, en principio a todos aquellos que amamos y luego a todos los que se acercan a nuestra vida como una DIOSIDENCIA, y al ellos tomarlas y sembrarlas con confianza en su mente y en su corazón, entonces estaremos generando muy posiblemente un gran bosque, de una manera mágica y milagrosa.
Cuando hablamos de colocar nuestras mejores semillas en los
demás, recuerdo con mucha alegría la PARÁBOLA DEL SEMBRADOR de nuestro MAESTRO
JESUS, a mi me ha enseñado mucho, me ha
permitido aprender a dejar a un lado poco a poco las expectativas sobre las
otras personas, también comprender que
cada quién posee un terreno diferente, unos más fértiles que otros y que cada uno de nosotros, sólo debe ser una
sembrador de lo mejor, si la semilla que entregamos cae en terreno fértil,
maravilloso; si cae en terreno infértil,
o dónde hay cizañas o donde se la lleven los pájaros, también maravilloso, eso
si, si comprendemos, que el sólo hecho
de dar lo mejor de nosotros, hace que Dios, el Universo y la vida misma, se
encarguen de regresarnos multiplicado todo aquello que estamos dando. Siempre y
cuando lo hagamos sin esperar nada a cambio y dando sólo por el placer de
dar.
Ahora reflexionemos un poco en esas semillas de grandeza que
siempre debemos cuidar. Cuando tenemos en nuestro corazón agradecimiento damos
a los demás, satisfacción, confianza, reconocimiento, autoestima y mucha
alegría. Si tenemos semillas de amor, regalamos a los demás; ternura, comprensión,
felicidad, aceptación, apoyo y mucho más. Si estamos plenos de paz obsequiamos consideración, paciencia, respeto, valoración
y más. Ante toda esta maravilla que estamos en capacidad de ofrecer, vale que
hagamos un gran esfuerzo día a día por regar y fertilizar el terreno de nuestra
mente y de nuestro corazón, para que esas semillas tan valiosas sigan
fortaleciéndose y aún en medio de situaciones y retos que de todas maneras la
vida nos coloca, las semillas se conserven más vivas que nunca y den las
cosechas abundantes que tu y yo anhelamos.
Ahora la verdad como dirían nuestras abuelas, todo no puede ser color de rosa y en medio del
prisma de matices y colores que nos regala la cotidianidad, nos vamos dejando
afectar muchas veces de manera negativa, ello hace parte de nuestra humanidad,
entonces nos corresponde reparar nuestro
terreno lo más rápido posible y precisamente debemos hacerlo con todo lo que ya tenemos sembrado, más de lo mismo mejor siempre será
la mejor solución. Cuando estamos cuidando intencionalmente nuestra mente,
estamos haciendo nuestro cambio y este genera el cambio en el otro sin que lo estemos
pretendiendo, sólo será un resultado de
la siembra que estemos haciendo en nosotros, y será parte, luego, de la cosecha
abundante y dulce que comenzaremos a recibir y que tal vez pronto muchos que
estén listos también para hacer su siembra de manera consciente recibirán con
abundancia lo que la vida les tiene reservado. Entonces seremos una gran comunidad de
sembradores de lo mejor en las personas próximas, nuestros padres, pareja,
hijos, nietos , hermanos, familia en general, amigos, compañeros, vecinos,
conocidos y también desconocidos.
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